(Nota dos días después: Como era de esperarse, el asesino era un fascista sueco, Rickard Andersson, que entró a la escuela gritando “Váyanse de Europa”. Lo dejo sólo como testimonio.)
Han pasado menos de diez horas desde que se produjo un tiroteo en una escuela para adultos de la localidad de Orebro, en Suecia.
No hay demasiados datos aún. La escuela tiene, eso se ha dicho, fundamentalmente alumnos inmigrantes que estudian allí la secundaria y sueco.
Al enterarme en Twitter (X) y para ver si había más datos, hice una simple búsqueda en inglés: “Sweden”. La serie de mensajes, continua, disparada como ametralladora, que llevaban “Sweden” en su cuerpo, resultaba escalofriante. En su vasta, vastísima mayoría, asumían que el asesino, que al parecer se suicidó dentro de la misma escuela era un inmigrante musulmán, aunque hasta este momento no se tiene claro quién fue el atacante y menos aún si era o no inmigrante o musulmán.
En su vasta, vastísima mayoría, relacionaban el tiroteo con la inmigración a Suecia, un meme o mito persistente fuera de Suecia de cuyas más absurdas afirmaciones se ha hecho eco por supuesto el dueño de Twitterr (X) Elon Musk, quien recientemente retuiteaba a un supremacista sueco hablando de las “zonas prohibidas” o “no go” a las que no se atreve a entrar la policía sueca… cosa que niega la propia policía sueca. Se habla de un descontrol absoluto, de violencia continuada en las calles de las ciudades suecas, de millones de inmigrantes islamistas (otra exageración que omite que la mayoría de los inmigrantes son refugiados sirios y además que están volviendo a su hogar en números tales que la emigración de Suecia fue mayor que la inmigración en 2024 según cifras del gobierno sueco.
Todos estos datos son, verá usted por qué, absolutamente irrelevantes en el universo de la red social a la que me refiero.
En su vasta, vastísima mayoría, los mensajes referentes a Suecia hasta este momento exigen la “remigración” de todos los inmigrantes ya no de Suecia, sino de Europa y de Estados Unidos. No pocos hablan con simpatía del nazismo. Casi todos parecen buscar atizar el miedo para atraer apoyo a sus proyectos nacionalpopulistas.
Más aún, cuando empezó a difundirse la idea de que probablemente el atacante era un sueco de ultraderecha que buscaba asesinar precisamente inmigrantes, muchos mensajes cambiaron de dirección ahora aplaudiendo que “al fin” uno de “los suyos” había hecho algo, y que seguramente se había visto empujado al asesinato por la inmigración.
Números absolutamente falsos, sin fuente ni origen, plagan los mensajes. Se relaciona este caso con cualquier otro delito cometido en Suecia, en Escandinavia o en Europa para magnificar la amenaza que se supone que se vive. La hipérbole no tiene límite, como no lo tienen los elogios a Trump y a Musk.
Muchos mensajes son tan coincidentes que cabe imaginar que tienen un origen común, de parte interesada, como de una fábrica de trolls. No hay pruebas de momento, pero la idea está allí. Aunque vengan de distintos países de toda Europa, de EE.UU., de Canadá. La mayoría de anónimos previsibles, muchos de organizaciones de ultraderecha y de sus líderes.
Por supuesto, después, cuando haya más datos, las cosas serán más claras. Pero el efecto emocional de estos mensajes ya no es recuperable ni se matizará con datos. Gente que no tenía información sobre Suecia tiene ahora una visión distorsionada, manipulada, interesada de lo que pasa en ese país y en toda Europa con la inmigración, y no le llegarán esos datos que tan fácilmente se encuentran.
Todo el hilo de mensajes (uno cada 2 segundos, más o menos) está además salpimentado con todo tipo de teorías de la conspiración contradictorias entre sí, porque no importa. Cada lector, cada cliente de la propaganda, elegirá la que más se acerque a sus miedos e ideas personales, y desechará las demás sin ningún ejercicio crítico. Algún lector estará de acuerdo con que Suecia era segura hasta ayer y ahora se ha ido por el precipicio, como le dicen muchos mensajes, otro aceptará que Suecia es un infierno desde hace 30 años donde a diario hay gente morena matando y violando a gente blanca. Hay para todos
Y nada de eso, que es enormemente grave, es lo que más me preocupa, ¿sabe usted?
Lo que me preocupa es la escasez, la ausencia de otros mensajes. Los mensajes de “vivo en Suecia y eso no es cierto”, los mensajes con datos e información fiable, los mensajes que pongan las cosas en su justa dimensión, que contextualicen y que digan, al menos, “aún no sabemos si el atacante es quien ustedes dicen”, los mensajes que se preocupan por las víctimas y les dedican una memoria, una oración, un gesto de simpatía. Los que saben que se está exagerando para crear una narrativa de miedo que facilita la manipulación populista, parecen callados, temerosos, impotentes. El predominio de los mensajes ultras es avasallador, apabullante, y la contrainformación es inexistente. Ya no digamos el escándalo por la velocidad a la cual la fachósfera pretendió caracterizar al asesino y a sus motivaciones.
Tienen el campo libre, se les está dejando el campo libre y la corrosión de sus mensajes se extiende impunemente. Frente a ellos no parece haber estrategia, ni siquiera convicciones, y menos aún el valor de defenderlas y de plantarle cara al adversario crecido.
El precio de esta aparente indolencia puede ser altísimo. Y lo pagaremos entre todos, incluso entre quienes creen que la tiranía de ultraderecha es una solución.