Empezó hace mucho tiempo… no sé cuánto…
Tal vez fue en febrero mismo de 2019, pero contar esa anécdota sería desvelar al personaje y el tema de este comentario no es el personaje, salvo como disparador de la situación… El tema es mi visión errada, mi dificultad para admitir que quien fue un amigo está hoy yendo contra los que fueron (eso pensé yo, empecemos a denigrarme) nuestros ideales compartidos.
Así que vamos más adelante.
Quizás el momento de mayor certeza inservible de mi parte fue cuando supe que el partido oficial (hoy Morena como antes lo fue el PRI) había rehabilitado a un líder sindical que se había levantado con muchos millones de dólares propiedad de los trabajadores y se había largado del país para luego volver cobijado por López Obrador.
“No hay forma de que Xxxx no levante la voz, hombre, que incluso él escribió la historia del pillastre sindical, que yo lo leí”, me decía yo a mí mismo. Pero me engañaba de nuevo.
Y cuando se proclamó que “abrazos, no balazos” sería la política oficial del gobierno de AMLO, me parecía claro. Alguien que ha leído sobre mecanismos de lo que se conoce como criminogenia o criminogénesis (los factores que contribuyen al origen y desarrollo del comportamiento criminal) sabe perfectamente que la pobreza y la desigualdad son factores de ciertas conductas delictivas, pero que para los niveles delictivos más intensos, influyen otras cosas. Alguien que ha escrito sobre el ser humano debe entender que una explicación unidimensional (la pobreza) para un fenómeno complejo (la criminalidad en México) es una mala política. Sin contar con que la erradicación de la pobreza es un fenómeno a largo plazo (si algún día se emprende) y sólo en ese 2019 fueron asesinados 34,579 personas, a razón de 94 al día, prácticamente una cada 15 minutos.
Ya estuvo, dije yo en mi pavorosa ingenuidad, que a mis años y con mis canas ya no es adorno dulce sino preocupante distorsión cognitiva. Mañana, los diarios van a publicar que mi amigo Xxxx renuncia a su puesto y sueldo en el gobierno de López Obrador, y denuncia que se está entregando a la ciudadanía a las garras de un crimen organizado brutal, cocinado durante años por el desaseo del PRI y del PAN pero que hoy es responsabilidad del gobierno de López Obrador.
Por supuesto, no ocurrió.
Cuando se anunció no sólo la militarización continuada del país, sino que se le empezaron a entregar al ejército prebendas y fuentes de ingresos fabulosas (aduanas, puertos marítimos, aeropuertos, líneas ferroviarias, hoteles y otros negocios impropios de unas fuerzas armadas), pensé que ahora sí, con eso no tragaría Xxxx, ni loco, que él fue militante en el 68 y vio la brutalidad que tiene cualquier ejército cuando le encargas la seguridad ciudadana, y siempre deviene control político.
Esto no lo aguanta mi amigo, mi compadre, mi carnal. Mañana está en los periódicos, con una foto en la que está subido en una silla con un cartel enorme de “¡El ejército a los cuarteles!” y empieza a restañar las heridas de su complicidad con un gobierno sin brújula ni proyecto,.
Al día siguiente los diarios decían muchas cosas menos ésa, y traían muchas fotos, salvo la de la dignidad recuperada.
Cuando el gobierno proclamó que el feminismo era un movimiento destinado a perjudicar al amado líder, cuando señaló que las ONG eran todas enemigas de la Cuarta Transformación (ilusión infantil, mussoliniana), cuando sus funcionarios anunciaron a bombo y platillo que los padres que exigían medicamentos oncológicos para sus hijos no eran progenitores preocupados por el abandono en que el gobierno mantenía a sus pequeños, sino sujetos que estaban gestando un golpe de estado contra “El-mejor-presidente-de-la-historia-de-México” no me cabía ninguna duda. Mi amigo Xxxx era padre, sabía que uno por los hijos lo hace todo, tenía que solidarizarse (como lo habíamos hecho en el pasado) con mujeres y ONG.
Silencio, como dice el “Huapango torero”. Los caporales están durmiendo y mi buen amigo, mi compañero de la izquierda por las mejores causas, roncaba con los caporales.
Siguió todo lo que siguió… muertes, dolor, pérdida de derechos y de servicios que antes los malos gobiernos prestaban de modo insuficiente (salud, educación) y ahora se demolían; requisa de fideicomisos que eran la forma de evitar que los gobiernos metieran la mano en fondos destinados a ciertos servicios; acusaciones brutales a científicos, periodistas, ciudadanos que osaban ser críticos del desastre cotidiano de la Cuarta Transformación, la 4T; los despidos, los procesos judiciales contra inocentes que se robaron años de vida y tranquilidad de gente buena y que Xxxx conoce tan bien como yo; la desaparición de organismos autónomos que se luchó mucho por conseguir en México para lograr la limpieza las elecciones, la transparencia gubernamental, la evaluación correcta de los distintos aspectos de la vida del país; la sumisión a Donald Trump creando incluso una Guardia Nacional cuyo primer trabajo fue ser el muro fronterizo pagado por México que Trump había prometido a sus más xenófobos adeptos; la compra de vacunas no validadas para enfrentar la pandemia luego de semanas de pedirle a la gente que se besara y abrazara porque no pasaba nada, todo lo cual derivó en la muerte innecesaria de 808,619 mexicanos según los expertos, expertos siempre denigrados y despreciados por el gobierno.
No intento siquiera hacer la relación en orden cronológico. Da igual. Ante cada uno de esos hechos de esos estremecedores acontecimientos, de la arrogancia, de la opacidad, del enriquecimiento súbito de “compañeros” que ayer no tenían tierra para plantar unos gladiolos y hoy poseen multitud de casas, departamentos, ranchos, hoteles, yo me decía, con una voz que cada vez se hacía más débil: ahora sí, Mauricio, ahora sí que Xxxx sale en los diarios recuperando la lealtad a las mejores causas y a esos millones de mexicanos que siempre dijo que defendía.
Pasó un gobierno, llegó otro. Los cheques mensuales siguieron. Los sahumerios a Xxxx desde la tribuna presidencial (ese “Aló presidente” cotidiano que busca cooptar el espacio informativo mexicano) continuaron. Se cometió un fraude para someter al poder judicial y hoy se produce además un ataque sin precedentes a la libertad de expresión y me acuerdo que sí, Xxxx también fue periodista, como yo… y vivimos lo duro que era a veces escribir según qué cosas cuando mandaban Salinas o Zedillo… y nada, ni un asomo de decencia, palabra que al parecer se esfumó, decía yo, en febrero de 2019, cuando el poder se ejerció no en bien de la ciudadanía, sino de un solo beneficiario, que así se graduaba a la élite del priísmo 2.0.
Hoy, al fin, ya no espero nada. No creo que ninguna atrocidad, ningún exceso, ninguna expresión de autoritarismo, antidemocracia, desprecio a la ciudadanía, podrá moverlo de donde está. Quizás al menos mientras los cheques sigan llegando. No lo sé… sólo sé que mi amigo, que ya no lo es, es representante de una tragedia aterradora en un país que por poco que merezca merece mucho más que los gobiernos que lo han atenazado al menos desde 1940, por poner una fecha.
Mi desilusión ha sido tan lenta como el golpe de estado lento que se está al fin consumando en México.